¿para qué seguir escribiéndote?
si sólo quiero que me leas vos
y las palabras son de todos
todavía no encuentro
la forma correcta
de llegar
sólo a tus ojos
no quiero más mensajes
superfluos
no quiero dar la vuelta manzana
quiero tocar
la puerta de tu casa
y decirte
esa palabra-golpe
que todavía no inventé
por ahora
mi silencio
y tu manera de esconderte
es la lengua provisoria
pero si te encuentro
y justo justo jus to
llega la palabra
espero
que no sea violento
el portazo
ojalá
sea preciso
y lo aunque no lo entiendas
ya no importe
martes, 24 de noviembre de 2015
lunes, 23 de noviembre de 2015
ella, la polilla
Es de noche
no se ve nada
y duele un poco
pero igual
la luz sale de adentro
y ahí
llega
ella
aletea desesperada
se choca
intenta absorber
mi energía
mi savia
cuando la polilla
aparece
deja polvo
tan opaco
porque no tolera
que los demás brillen
cuando la polilla
percibe algo de luz
se perturba
hasta enceguecer
y va al choque
cuando la polilla
se acerca
disfraza devoción
en realidad
ataca
arruina
el momento
de luz
ella
la polilla
cuanta más envidia siente
más se agranda
y más se afea
aunque aparente
indiferencia
en cuanto a mí
no soy inmune
a veces quiero
a plas tar la
a ella
la polilla
siempre la misma
creyéndose mariposa
cuando sólo anda de noche
inquietante
insuficiente
el bicho más insulso
del aire
y de la tierra
ojos de huevo
negros
vacíos
cara bien de culo
y encima
vive para opacar
en el fondo quiero
sin más censura
brillar tranquila
en el fondo quiero
gritarle
¡dejame ser luz!
no quiero convivir
con alguien
que vive
de la desgracia
ajena
pero
tengo que perdonarte
polilla
a la fuerza
pero debo
ser mi propia luz
tengo que resolver
estas palabras
que ya son viejas
ya se pudren
adentro
por no ser luz
porque tengo miedo
a que aparezcas
a que seas otra vez
quien arruine la fiesta
tengo
que
perdonarte
polilla
ya
es momento
de llevar esto
a su fin
bas
ta
ya
no quiero
guardarme
más
yo soy
yo voy a ser
yo misma
porque ya
cerré
la ventana
y a su vez
abrí la
puerta
para salir
al azar
polilla
yo
brillo
igual
no se ve nada
y duele un poco
pero igual
la luz sale de adentro
y ahí
llega
ella
aletea desesperada
se choca
intenta absorber
mi energía
mi savia
cuando la polilla
aparece
deja polvo
tan opaco
porque no tolera
que los demás brillen
cuando la polilla
percibe algo de luz
se perturba
hasta enceguecer
y va al choque
cuando la polilla
se acerca
disfraza devoción
en realidad
ataca
arruina
el momento
de luz
ella
la polilla
cuanta más envidia siente
más se agranda
y más se afea
aunque aparente
indiferencia
en cuanto a mí
no soy inmune
a veces quiero
a plas tar la
a ella
la polilla
siempre la misma
creyéndose mariposa
cuando sólo anda de noche
inquietante
insuficiente
el bicho más insulso
del aire
y de la tierra
ojos de huevo
negros
vacíos
cara bien de culo
y encima
vive para opacar
en el fondo quiero
sin más censura
brillar tranquila
en el fondo quiero
gritarle
¡dejame ser luz!
no quiero convivir
con alguien
que vive
de la desgracia
ajena
pero
tengo que perdonarte
polilla
a la fuerza
pero debo
ser mi propia luz
tengo que resolver
estas palabras
que ya son viejas
ya se pudren
adentro
por no ser luz
porque tengo miedo
a que aparezcas
a que seas otra vez
quien arruine la fiesta
tengo
que
perdonarte
polilla
ya
es momento
de llevar esto
a su fin
bas
ta
ya
no quiero
guardarme
más
yo soy
yo voy a ser
yo misma
porque ya
cerré
la ventana
y a su vez
abrí la
puerta
para salir
al azar
polilla
yo
brillo
igual
domingo, 15 de noviembre de 2015
ahora y más que nunca: HASTA ACÁ
Hace unas semanas fui a Buenos Aires con muchas ganas de abrazar, de reírme, de escuchar a mis amigos porteños. Esta visita tuvo un plus que siempre disfruto y me emociona: vi a mi gran amiga Angie actuar.
Lo que quiero compartir va más allá de mi vínculo y mi amor por ella, porque podría verla en un escenario haciendo macramé y me gustaría igual. Este no es el caso en el que la subjetividad se dirige hacia una persona puntual por el hecho de haber crecido con ella.
No. Pero un poco sí.
La obra es imponente, te convoca, te mira a los ojos, te despierta.
Desde el principio genera sensaciones como neurológicas, la serotonina (hormona del humor) se reduce a cero, porque estás de cara a ciertas cosas de las que nadie habla, porque pareciera que no preocupan, no producen n a d a. Y a medida que transcurre la obra, la sensación es casi intraducible, la tensión surge porque ves un marco, un formato o una estética que no concuerda con lo que está realmente pasando, de a ratos el contenido contradice a la estética. La serotonina sigue cautiva por el absurdo tragicómico.
El mensaje es tan claro, que no podés hacer como si nada. No podés salir y seguir con tu vida normal. El mensaje que al principio parece imposible de entender, al final se revela casi como una verdad universal. Ignorar es imposible.
Me emocioné, por varias cosas. La que quiero comprartir acá me remite a una conversación muy pesimista que tuve con mi papá una vez. Me dijo que el último idealista había sido asesinado en octubre del '67. Sí, señora, estaba hablando del Che. Mi papá no es el señor optimismo así que no me angustié demasiado. Pero me acordé, de la resignación de mi viejo, mientras aplaudía a los cinco actores y pensé en el Che, con lágrimas en los ojos, como me está pasando ahora.
Es muy fuerte el sentimiento cuando tenés enfrente tuyo una energía imparable, cuando cinco personas ponen así el cuerpo, la voz y el corazón en algo tan... difícil de describir.
Así que aunque sepas qué hacer hoy (o no), el próximo domingo, o el siguiente, te recomiendo que en vez de quedarte detrás de la computadora discutiendo sobre política o viendo lo que pasa en el mundo a través de la tele, vayas a ver esta obra. Seguramente te haga mucho mejor, y quizás te despierte muchísimas cosas, como a mí.
Lo que quiero compartir va más allá de mi vínculo y mi amor por ella, porque podría verla en un escenario haciendo macramé y me gustaría igual. Este no es el caso en el que la subjetividad se dirige hacia una persona puntual por el hecho de haber crecido con ella.
No. Pero un poco sí.
La obra es imponente, te convoca, te mira a los ojos, te despierta.
Desde el principio genera sensaciones como neurológicas, la serotonina (hormona del humor) se reduce a cero, porque estás de cara a ciertas cosas de las que nadie habla, porque pareciera que no preocupan, no producen n a d a. Y a medida que transcurre la obra, la sensación es casi intraducible, la tensión surge porque ves un marco, un formato o una estética que no concuerda con lo que está realmente pasando, de a ratos el contenido contradice a la estética. La serotonina sigue cautiva por el absurdo tragicómico.
El mensaje es tan claro, que no podés hacer como si nada. No podés salir y seguir con tu vida normal. El mensaje que al principio parece imposible de entender, al final se revela casi como una verdad universal. Ignorar es imposible.
Me emocioné, por varias cosas. La que quiero comprartir acá me remite a una conversación muy pesimista que tuve con mi papá una vez. Me dijo que el último idealista había sido asesinado en octubre del '67. Sí, señora, estaba hablando del Che. Mi papá no es el señor optimismo así que no me angustié demasiado. Pero me acordé, de la resignación de mi viejo, mientras aplaudía a los cinco actores y pensé en el Che, con lágrimas en los ojos, como me está pasando ahora.
Es muy fuerte el sentimiento cuando tenés enfrente tuyo una energía imparable, cuando cinco personas ponen así el cuerpo, la voz y el corazón en algo tan... difícil de describir.
Así que aunque sepas qué hacer hoy (o no), el próximo domingo, o el siguiente, te recomiendo que en vez de quedarte detrás de la computadora discutiendo sobre política o viendo lo que pasa en el mundo a través de la tele, vayas a ver esta obra. Seguramente te haga mucho mejor, y quizás te despierte muchísimas cosas, como a mí.
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