domingo, 15 de noviembre de 2015

ahora y más que nunca: HASTA ACÁ

Hace unas semanas fui a Buenos Aires con muchas ganas de abrazar, de reírme, de escuchar a mis amigos porteños. Esta visita tuvo un plus que siempre disfruto y me emociona: vi a mi gran amiga Angie actuar. 
Lo que quiero compartir va más allá de mi vínculo y mi amor por ella, porque podría verla en un escenario haciendo macramé y me gustaría igual. Este no es el caso en el que la subjetividad se dirige hacia una persona puntual por el hecho de haber crecido con ella. 
No. Pero un poco sí. 
La obra es imponente, te convoca, te mira a los ojos, te despierta. 
Desde el principio genera sensaciones como neurológicas, la serotonina (hormona del humor) se reduce a cero, porque estás de cara a ciertas cosas de las que nadie habla, porque pareciera que no preocupan, no producen n a d a. Y a medida que transcurre la obra, la sensación es casi intraducible, la tensión surge porque ves un marco, un formato o una estética que no concuerda con lo que está realmente pasando, de a ratos el contenido contradice a la estética. La serotonina sigue cautiva por el absurdo tragicómico
El mensaje es tan claro, que no podés hacer como si nada. No podés salir y seguir con tu vida normal. El mensaje que al principio parece imposible de entender, al final se revela casi como una verdad universal. Ignorar es imposible.
Me emocioné, por varias cosas. La que quiero comprartir acá me remite a una conversación muy pesimista que tuve con mi papá una vez. Me dijo que el último idealista había sido asesinado en octubre del '67. Sí, señora, estaba hablando del Che. Mi papá no es el señor optimismo así que no me angustié demasiado. Pero me acordé, de la resignación de mi viejo, mientras aplaudía a los cinco actores y pensé en el Che, con lágrimas en los ojos, como me está pasando ahora. 
Es muy fuerte el sentimiento cuando tenés enfrente tuyo una energía imparable, cuando cinco personas ponen así el cuerpo, la voz y el corazón en algo tan... difícil de describir. 
Así que aunque sepas qué hacer hoy (o no), el próximo domingo, o el siguiente, te recomiendo que en vez de quedarte detrás de la computadora discutiendo sobre política o viendo lo que pasa en el mundo a través de la tele, vayas a ver esta obra. Seguramente te haga mucho mejor, y quizás te despierte muchísimas cosas, como a mí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario