martes, 21 de septiembre de 2010

Veintiuno, café frío, sueño chomskiano

El sueño domina más mi cara que el resto del cuerpo. No puedo manejar mucho la mayoría de los asuntos preocupantes, sólo los que provienen de mí y lo único que puedo dar son definiciones sobre teorías estándar y principios-y-parámetros. Todo eso es más lluvia para la tormenta. Todo eso es más de lo mismo para la baulera de palabras vacías y cotidianas. 
Yo prefiero las palabras-flecha. 
Para que todo
valga
la 
pena.
Quiero empezar conmigo de nuevo hasta cansarme y después volver a levantar la vista. Quiero ver sólo tres colores y vivirlos. Quiero no querer tanto de hecho. Quiero una no-solución urgente en la medida precisa para el momento exacto en el punto justo. Que T O D O se desvanezca con apretar un botón, y que el ciclo del agua actúe así yo algún día vuelva a sentir lo bueno y lo malo, gritar y llorar siempre con el mismo contenido semántico de distintas formas y sentidos, ser un camaleón que se adapta a todo inmóvil e inerte, con los ojos en el cielo y sed en la garganta. 
Es curioso reconocer
Ya no siento nada
Ya dejé todo en la lluvia
Ya será momento de hacer nubes
O será que es hora de tenderse al sol.

1 comentario:

  1. Hacía rato que no leía algo así, digo, el estilo espontáneo. He tenido algunas amigas que...

    sí, sólo amigas, no lo he hallado en hombres... no, claro, no me estoy olvidando de Huidobro o don Oliverio, me refiero a algún compañero de ruta escritor.

    sigo, aunque los nombres no te signifiquen nada, las cito sólo por referencia. A Cristina, Carina, Verónica, por supuesto a Rosa... esta cosa medio pizarnikiana...
    y siga escribiendo, carajo.

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